viernes, 4 de enero de 2008

Se niegan a crecer




Pokémon: sólo quieren vacilar


Lo de ellos es la moda. También conocidos como “hardcoritos”, son una extraña mezcla entre el pop-punk y el reggaeton, aunque dicen que les gusta el… hardcore. Usan zapatillas gigantes de skate, los pantalones abajo, unos polerones tres tallas más grande que su tamaño, ojalá todo de buena marca y limpio. Abundan las viseras para delante o para atrás, encajadas en cabezas de pelo largo aplastado y cortes desordenados. Como dice un antipokémon, “tienen un corte de pelo que parece una piña en la cabeza”. La mayoría usa piercings en la boca, en las cejas, en la nariz, en las orejas, en el ombligo. Ellas se pintan los ojos, usan peto o escotes y bailan reggaeton como si estuvieran poseídas por Daddy Yankee: suben, bajan, contornean las caderas, las piernas, el ombligo, los hombros. Se acercan y se ríen sin percatarse de las letras machistas que tanto disfrutan, perreando sin parar.

Los fotologs son su lugar de desahogo, de encuentro y de pose. Las hormonas están a flor de piel y, junto con el perreo de las fiestas, cultivan las fotos en sostenes sacadas desde arriba, los petos, las piernas al aire y la producción al máximo con ayuda del Photoshop.

Los que no pertenecen a este grupo los odian, los encuentran chulos o “poseros”. “Los pokémones no cachan nada de música, sólo van a las fiestas, bailan y sus conversaciones se basan en las zapatillas, el pelo y no van más allá. Es pura moda, se las dan de hardcore, pero no lo son”, dice Matías, un joven de 15 años que conversaba con una “emo” en plena Plaza de la Constitución.



Por un futuro Mejor

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